text-align: center;

jueves, 11 de septiembre de 2008

Pablo: Historia de una paliza

Sin más, os dejo este poema que refleja lo que pasé yo. Tengo fotos pero no las pondré por temas personales. Pasó el 4 de mayo.

Por seguir andando, por seguir caminado

Sábado, una del mediodía,
Sin hacerles caso a mis padres,
voy fuera, plena luz del día.

Miro hacia arriba, también hacia abajo
hacia arriba voy, es mucho más rápido
escucho el motor de un coche, no me extraño.
Por seguir andando, seguir caminando.

De pronto me cogen, por dos brazos
por favor, que no sean gitanos
yo ya tuve una mala experiencia
no quiero luchar con la demencia.

Me dan la vuelta, son dos personas
me agarran, como a un rabioso perro
veo a otro, muy cerca de mi zona
quiero que no me peguen, dan miedo.

Cinco segundos pasan, miro a los lados
un pequeño furgón, parado, observando .
Un gran peligro se me acerca, volando
intento soltarme, no puedo, es en vano.

Impacto recibido, cerebro desconectado,
de nada me acuerdo, no pude ocultarlo.
Intenté defenderme, dos me agarraban,
intenté acordarme, datos me faltaban.

Flash en mi memoria, tortura en mi recuerdo,
dentro de aquella furgoneta, pienso en ello.
Fuertes golpes recibía, más no recuerdo
escasa falta me hace, ni puedo, ni quiero.

Me despierto, tirado en el suelo,
me veo menos que un pobre ciego.
Tristeza, temor, desasosiego,
son sentimiendos de ese momento.

Diez torturadores minutos me espero,
¿He perdido vista? ¿Me he quedado ciego?
No sé si estoy en la montaña, o en el puerto
sólo sé que por buena suerte no he muerto.

Pasan minutos, segundos... ¡Ha vuelto!
Mi vista apreciada ¡Estoy en un sueño!
Todo se termina...¡Mentira, es verdad!
Iluso de mí, ojalá volviera atrás.

Me percato, muy cerca de mi casa estoy
más cerca me hayo de la de un buen amigo
como puedo, sangrando a su casa voy
le pido una camiseta, algo de abrigo

Voy a su casa, le cuento lo sucedido
él me deja su ropa, se muestra afligido
Insiste varias veces en acompañarme,
me niego, ¡para nada!, le dije cortante.

Llego mal a casa
le cuento a mis padres
una irreal farsa,
como un cobarde.

Aturdido, mareado estaba
-Hijo mío, ¿Qué diantres te pasa?
-Me caí corriendo.
-Me estás mintiendo.

No lo pude ocultar, mucho se me notaba,
Yendo al hopital, entre lágrimas contaba...
-Papá, tres lelos me dieron mientras andaba
Mi padre muy enfadado y preocupado estaba.

Costillas, hombro, brazo, riñón, ojo y frente
el daño de una paliza hoy en día corriente
Ahora que estáis leyendo esta poesía
que sepáis que pasó por una herejía.

Un día entero, tumbado, en el hospital, de pruebas
mi padre me decía “de la cama no te muevas”
Ecografías y radiografias, no hubo esquelas
suerte tuve, no me apetece volver a tenerla.

Con afecto, Pablo

No hay comentarios:

 
Contatori per sitocontadores web